LAS PINTURAS MURALES : PARTE 1

 

LAS PINTURAS MURALES : PARTE 1

 

LA CACERÍA DEL CIERVO

 

La Cacería del Ciervo (Museo del Prado)  Foto: Sofía Muñoz
La Cacería del Ciervo (Museo del Prado) Foto: Sofía Muñoz

            Por encima de la puerta de entrada al templo, y bajo las escenas de la Entrada triunfal a Jerusalen y la Última Cena, se encuentra otra composición de caza, venatoria, de la ermita. En ella elcazador, en esta ocasión a pie, aparece con el rostro de perfil, melena corta y sotabarba. Su indumentaria consiste en una túnica y en un largo manto al hombro. Su arma es una bllesta con la que dispara sus dardos sobre un ciervo que va herido. De este ciervo se destaca una esplendida cornamenta. La tonalidad de la composicón es de tonos morados, cardena, excepto los cuernos del animal y la tunica blanca del cazador.

            El ciervo de San Baudelio podría representar al emblema del alma. Según el salmo 41: “Así como el ciervo sediento desea las fuentes del agua, así mi alma suspira por ti, oh Dios mío”, la vadidez de agua por parte del ciervo tendría como consecuencia la adopción de una simbología claramente bautismal, respaldad biblicamente por las palabras de este salmo.

            Agustín Escolano señala el sentido peyorativo de la flecha, recordando que esta simboliza las acometidas de la tentación contra el alma, simbolizda, como he dicho, por el ciervo, o, como dice Charbonneau-Lassay cuando “la flecha amenaza a un animal inofensivo como un ciervo, es entonces el divino perseguidor de las almas que, para su felicidad definitiva, quiere apoderarse de ellas aunque sea por el doloroso dardo del sufrimiento”. Cualquier versión de esta pintura podía adaptarse a estas ideas.

 

 

LA CACERÍA DE LIEBRES:

 

La Cacería de Liebres (Ermita San Baudelio de Berlanga) Foto: Sofía Muñoz
La Cacería de Liebres (Ermita San Baudelio de Berlanga) Foto: Sofía Muñoz
La Cacería de Liebres (Museo del Prado)
La Cacería de Liebres (Museo del Prado)

 

            La cacería de liebres se nos presenta mucho más detallada en sus aspectos técnicos que la cacería del ciervo. Es una escena, continua la otra, en la que el animal es perseguido por perros y el cazadora caballo, hasta conducirlo a una redes.

            Precisamente la red es el elemento útil y destacable de  caza. Se sabe que la red fue empleada en diversos momentos y pueblos, siendo algo característico de la cinegética greco-romana, y la mejor prueba de ello  son las numerosísimas representaciones que se conservan.  Son diversos los animales que se pueden capturar con este útil de caza, pero predominan el ciervo y la liebre. Para este último se utilizaban pequeñas redes colgadas en lugares estratégicos por medio de perchas o arboles. Hay distintas representaciones de esta forma de caza como en los mosaicos norteafricanos como el de Bordj-Djedid, en Cartago, aunque aquí, la red es un recinto preparado para ellas; también en relieves de sarcófagos galorromanos, donde las liebres son velozmente perseguidas hacia las redes por varios perros, en Villelaure, en la Galia, donde una liebre es conducida por perros a una red pequeña y curvada.

            La escena de la cacería de las liebres de San Baudelio, se ha querido comparar con la cacería de Qusayr Amra y demostrar su musulmanismo, las trampas son distintas y los animales también, No sirven de prueba esta comparación.

            Otro elemento destacable es el tipo de arma que sostiene el cazador de San Baudelio. Se trata de un tridente. Para explicar este tipo de arma hay que acudir a Roma, pues, según los textos y tratados de cacería, se hacía mención a los venablos, que podían tener una, dos o tres punta, siendo estas dos últimas las que se aconsejaban para la caza de liebres.

            En la Pequeña Cacería de Piazza Armerina un jinete lleva una de dos puntas, clavándola en una liebre, que se encuentra escondida bajo un árbol. También vemos en la mansión de la Cacería de El Djem una persecución de liebres, y en el mosaico de Althiburos, donde un cazador a caballo se la está clavando a una liebre.

            En Tarragona, en el sarcófago de Hipólito podemos observar también un tridente, en una escena de cacería, llevado por un sirviente. Y exactamente igual nos lo encontramos en un mosaico de pavimento en el palacio sagrado de Constantinopla, llevada por un cazador, a pie, que se dirige presuroso a un grupo de dos perros que han capturado una liebre y la están atacando.

            En relación con el arnés del caballo existen muchas dificultades en su identificación. No se aprecia con claridad. Pero la tela que se observa, rectangular, con una banda más oscura, que la bordea era muy frecuente desde los romanos, donde se encontraba, la tela, atada a los ijares, ancas y pecho, con sencillas cintas, como las que aparecen en el mosaico de la ofrenda de la grulla en Khereddine, en Cartago. Estaba muy extendida en la Edad media, como se ve en la miniatura del evangeliario de Saint Bertin, y en pleno románico, en el caballo de San Jorge, fresco de la Iglesia de St. Botolphe en Hardham, Sussex. Tampoco era desconocida en el mundo musulmán.

            También utiliza estribos y espuelas el cazador de San Baudelio, recogidos en otras obras y épocas. Se distingue un cuerno de caza, cogido por el cinturón del jinete de san Baudelio, que era un objeto muy característico de las cacerías representadas en el arte románico, como se puede observar, entre otros, en el capitel de la abadía de Marmoutier, y en la caza de Teodorico de San Zenon, de Verona.

            El vestido que utiliza el cazador es muy parecido al que utiliza otro cazador, San Jorge, representado en un fresco románico del primer tercio del siglo XII, en la iglesia de St. Botolphe. Sin embargo, por lo observado, no se puede concretar que la vestimenta tenga alguna adaptación de indumentarias musulmanas.

            El esquema de la pintura, es decir, el cazador, montado en el caballo, con la pierna ligeramente flexionada por tener el estribo alto, la forma de coger las riendas y la postura del brazo, cogiendo el venablo o tridente, se repite en numerosas obras dentro del arte románico.

            Los orígenes o posibles modelos, los podemos encontrar en Roma, donde aparecen abundantes representaciones de cazadores a caballo según este esquema, aunque con las diferencias de las distintas épocas, que se reflejan en la vestimenta, por ejemplo. Aquí, en la Península Ibérica nos encontramos con el mosaico de Ramalete y en el medallón de Conimbriga.

            El conjunto de perros persiguiendo liebres es aún más común, ya que aparece en numerosas ocasiones. Se encuentran perros de distintas razas, pero destacan las representaciones del lebrel galo y del slougui norteafricano.

            En la Península Ibérica se pueden ver esos alargados lebreles de agudo hocico, con las colas curvadas, en sus extremos, hacia arriba, en el mosaico de Baños de Valdearados, persiguiendo liebres. Los lebreles norteafricanos los encontramos representados en la cacería de Djem, en Bordj-Djedid, en Cartago5).

            En la miniatura carolingia, y persiguiendo liebres, los encontramos en el evangeliario de St. Thierry de Reims.

            El mismo tipo de perros aparece en un bote de marfil del Museo Victoria y Alberto, procedente de un taller cordobés, también junto a liebres.

            En cuanto al conjunto de la escena, persecución a caballo y con perros, de liebres, concebida como un gran friso, con elementos vegetales, superposición de animales planos, para dar profundidad, encontramos  una buena similitud con la tapicería de Bayeux.

            En definitiva, existen gran variedad de obras con grandes similitudes a esta cacería con liebres de San Baudelio, con las modificaciones lógicas en cuanto a vestuario y arnés.

 

El HALCONERO

El Halconero (Ermita San Baudelio de Berlanga)                                                                                                                               Foto Sofía Muñoz
El Halconero (Ermita San Baudelio de Berlanga) Foto Sofía Muñoz
El Halconero  (Museo Cincinnati)                                                                                                  El Halconero  (Museo Cincinnati)
El Halconero (Museo Cincinnati)

       Esta escena está localizada junto al arco del triunfo, es la única que se conserva en la pared norte, es la primera de las tres escenas venatorias que se encuentran en el registro inferior. Su estado de conservación no es perfecto, es reconocida como una cetrería a caballo. Esta figura se identificaba con el mes de Mayo, en algunos mensarios ingleses.

             Es una figura arquetípica de la Edad Media cuando la halconería se perfilo como arte cinegético de los señores propio del Islam y más tarde en Occidente concretamente en el siglo XIII. 

            El halconero es un jinete solitario y victorioso porta el ave  que es símbolo de superioridad  y según los bestiarios es un símbolo de ascensión previa a la derrota del Maligno, la ave de presa la porta con la mano izquierda hacia atrás girando el torso, se podría  repetir el esquema de la figuraciones  de este asunto que decoran los botes y arquetas musulmanas. En su mano derecha sostiene las bridas del caballo. Destaca amorfosomia del hombro, probablemente podía ser un intento de escorzo fallido.

            Probablemente el modelo podría ser a falta de precedentes pudo tomarse el modelo de los botes califales.

            En el caballo se distingue con una cierta claridad, aunque hoy nos parezca una mera silueta, los principales rasgos de su anatomía, se pueden apreciar ciertas similitudes con la de las borricas de la Entrada en Jerusalén, se puede apreciar  como el ojo, en las orejas y el cuello. Se puede apreciar que tiene muchas similitudes más de las que pudieron percibir los primeros autores que estudiaron las pinturas.

 

             El halcón, según Santiago Sebastián, pudiera representar la “vida mundana frente a la austeridad de la vida monacal utiliza con el halcón algunas metáforas cenobíticas, por ejemplo: cuando un halcón salvaje es colocado allí, para ser domesticado, debe encerrársele. Allí pierde sus viejas plumas y adquiere las nuevas, como cualquiera que entra en un claustro se desprende de sus anteriores vicios y se adorna con las virtudes de un hombre nuevo”.

 

            El halcón, como el águila, puede ser símbolo de la fuerza y de la victoria  y de lo ascendente. El aucupor podría asumir los valores del ave que sostiene. Sureda  también aporta otra interpretación del halcón relacionada con “aquellos hombres que desde su juventud empiezan a conocer las cosas de la divinidad y, a medida que pasan los años, más gozan de la contemplación del Hijo de Dios para finalmente recibir la gloria del Paraíso.

             Este posible significado se compadece perfectamente con la propuesta que propondremos para el programa iconográfico. También, es probable también que pueda tratarse de una de las múltiples venationes del Cristo cazador en su incansable cinegética redentora6).

 

EL GUERRERO

 El soldado o Montero (Ermita San Baudelio de Berlanga)                                                                                                                               Foto Sofía Muñoz
El soldado o Montero (Ermita San Baudelio de Berlanga) Foto Sofía Muñoz
El soldado o Montero   (Museo del Prado)
El soldado o Montero (Museo del Prado)

      Originalmente se encuentra en el pretil septentrional de la tribuna desaparecen las representaciones zoomórficas y las venatorias para  dar paso a un guerrero vestido con una túnica larga que llega hasta la media pierna, no llega a ser talar, esta calzado con unos botines, está armado y arrodelado con una lanza en la que ha desaparecido la hoja porta un escudo redondo, los escudos que se representa en San Baudelio parecen corresponder a un tipo de escudo que debió de ser muy común entre los musulmanes, este escudo redondo se parece corresponder a uno de ellos de la arqueta de Pamplona también aparece sin casco y calvo. Este guerrero se identifica con guerrero moro aunque también con un guerrero cristiano.

Aparece en una actitud dinámica y con el rostro casi frontal se pude relacionar con las figuras de un registro cristológico.

El fondo es claro aunque se remarca la figura y su armamento de un color rojizo apoya uno de sus pies en una banda rojiza que le enmarca, crea un espacio, está separado del fondo como el resto de las pinturas.

 Está relacionado con la pintura del Oso. Porque es el soldado  quien derrota al Oso como si se tratase con la lucha del bien y del mal. Jiménez Lozano nos dice que esta figura respondería al estereotipo del luctator que podría responder a que la vida  espiritual del monje es una lucha constante.

También habría otra interpretación, que “el soldado (miles) antes de ser considerado soldado como tal es novicio (tiro), podría ser el paralelo del abandono de la vida pagana par hacerse catecúmeno. Cuando el soldado hubiera asimilado las prácticas militares prestaba juramento a su jefe hasta la muerte todo esto es paralelo al bautismo7) .

Con el signaculum otro de los ritos bautismales se realizaba los rituales los valores militares del sacramento.

 

 

 

 

 

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