Elena Sorolla García fue una de las hijas que tuvieron el ilustre pintor valenciano Joaquín Sorolla Bastida y su mujer Clotilde García del Castillo. Nació el 12 de julio de 1895, en Valencia, y murió en Madrid el 16 de marzo de 1975. El matrimonio Sorolla tenía otra hija, María y otro hijo Joaquín.
Sus padres la llamaron Elena, sin H, pero sus obras escultóricas siempre las firmaría con H. Este cambio obedece, según una de sus muchas nietas, Fabiola, recordando palabras de su abuela, a que en algún momento vio que Helena de Troya se escribía de esta manera y se sintió más identificada con la ortografía clásica y no tanto la religiosa.
Joaquín Sorolla, en 1895, estaba preparando dos grandes cuadros para enviar a la exposición de los Campos Elíseos de París. La vuelta de la pesca, comprado por el Gobierno Francés, por seis mil francos, y Trata de blancas. Al mismo tiempo Clotilde viajaba a Valencia para dar a luz a su hija Helena, en casa de sus padres.
Joaquín Sorolla regreso de París en julio y ese mismo mes nacería su hija Helena. Su madrina fue María Planas, esposa de su amigo Pedro Gil Moreno, a quien escribiría lo siguiente: ”El parto de Clotilde fue de una hora feliz, sigue muy rebien y la niña buena y muy morenucha, se llama Elena, particípalo a la Sra. madrina; el sábado la bautizamos, no le hemos puesto el nombre de Clotilde por tenerlo ya la otra”. (1)
Las primeras imágenes que tenemos de Helena son un retrato realizado por su padre y una fotografía realizada por abuelo materno, Antonio García.
Clotilde era una mujer culta. Se conservan en los archivos del Museo diversas cartas que escribe en inglés y francés. Lleva además la economía familiar y el control de los ingresos y gastos profesionales de su esposo, quien la presenta en uno de los numerosos retratos que le hace leyendo el periódico en el interior de su casa de la calle Miguel Ángel de Madrid. (2)
Los tres hijos de Joaquín Sorolla realizaron sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, desconociéndose a qué edad se incorporo Helena a sus estudios, pero se cree que con siete años, edad en la que se permitía el acceso al Centro. La enseñanza en la ILE era mixta. Fue constituida por en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón.
Esta Institución practicaba una educación libre pensadora, laica, con aprendizaje de idiomas, ciencia y cultura, con una metodología razonada. Sus clases se impartían al aire libre, se realizaban excursiones y se les enseñaba a esquiar. Entre el cuerpo docente del centro se encontraba Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935), que fue su profesor de historia. Helena, influida por personas de gran peso cultural, intelectuales, médicos y todos aquellos que frecuentaban la casa familiar y con los que su padre tenía relación, y por sus muchos viajes dentro y fuera de España, forjó su carácter libre pensador. Fue una mujer con gran curiosidad por todo tipo de disciplinas, desde los avances tecnológicos, hasta la moda, y por supuesto con gran gusto por el cine, el teatro y la música.
Sin embargo a Helena no le gustaba dibujar, a diferencia de sus hermanos, a pesar de la insistencia del padre, conservándose, en la actualidad, solo dos oleos realizados por ella. A Helena le gustaba, desde pequeña, la escultura.
Asistió al estudio donde trabajaban los alumnos de su padre, y allí recibió instrucciones de Mariano Benlliure, gran amigo de su padre. También tuvo como maestro a José Capuz, con quien aprendería no solo la técnica del modelado sino también el trabajo en mármol y madera y yeso, la policromía en madera y el proceso del vaciado.
Entre 1916 y 1926 Helena realizó su mayor producción escultórica. Participó en varias exposiciones y certámenes en España, como la Exposición de Arte Joven Valenciano en 1917, una exposición en el Musée de l’Hotel de la Ville de Burdeos en 1919 y la Exposición de Arte de 1922 celebrada en el Palacio de Bellas Artes-Parque de la Ciudadela de Barcelona, organizada por la Junta Municipal de Exposiciones.
En el Lyceum Club femenino de Madrid, en 1926, realizó junto a su hermana María Sorolla la única exposición personal conjunta, que entre 1926 y 1936 sirvió como centro asociativo de las mujeres cultas de la ciudad. Sabemos que vendieron algunas piezas. Desgraciadamente no se dispone casi de información de esta exposición en los documentos del Lyceum Club, debido a la pérdida de documentación de esta asociación ocurrida al comienzo de la guerra civil española.
Aunque dejó la producción artística cuando pasó a dedicarse a su familia, debido al cuidado de sus hijos y a los cambios de residencia, sí que realizó algunos retratos a sus hijos, y un busto de cada uno de sus siete hijos. Según la mujer de su hijo José María, Helena le conto que dejo de esculpir como consecuencia de la numerosa familia que tuvo y el tiempo que empleo en su educación. Se pensó que podría haber sido por falta de espacio pero vivieron en una casa grande, con cerca de 300 metros cuadros, pero no encontró espacio para establecer su estudio.
Helena se casó con Victoriano Lorente Jiménez (1895-1964), de origen aragonés y cuñado de un amigo de su padre, Calixto Rodríguez, a quien le encargaron dos retratos, el de Calixto y el de su mujer. Victoriano, huérfano a muy temprana edad, vivía en Madrid con la familia de su hermana María. Estudió Ingeniería de Montes y ejerció como profesor en las Universidades de Madrid y Barcelona.
Se casaron en 1922, en Madrid, poco antes de la muerte del ilustre pintor. Un año después Helena tuvo a su primer hijo, José María, en la actual casa Museo Sorolla. Después de residir en Cuenca y Albacete regresaron a Madrid y residió cerca de su antigua casa, en la calle Almagro, posteriormente se trasladarían a la calle de Reina Victoria. Helena y Victoriano fueron padres de siete hijos y abuelos de veintiocho nietos.
Las temáticas favoritas de Helena fueron el retrato y el cuerpo femenino, trabajando con mármol, bronce y madera, destacando por su gran calidad técnica, con una gran fidelidad de los rasgos personales, dejando varias obras de cuerpo entero y pequeño tamaño.
Dejó una producción escultórica escasa pero de gran calidad técnica. Muchas de estas piezas están sin firmar como ocurre con la obra de otras mujeres escultoras de su época.
En su casa familiar quedaron expuestas muchas de sus obras. Sus herederos donaron trece piezas a la Fundación Sorolla y han renovado su depósito en el Museo Sorolla. En 2014, el Consorcio de Museos, a través de la Institución Joaquín Sorolla de Investigación y Estudios, realizó la primera exposición monográfica sobre ella, titulada Helena Sorolla Escultora 1895-1975, en el Centre del Carmen de Valencia.21 En 2015 el Museo Sorolla organizó una exposición y talleres infantiles sobre ella con motivo del Día de la Mujer, en la que se mostraron 13 obras de la escultora y un retrato.
Según la familia de Helena, esta se preocupaba por la salud de sus dos hermanos, María, y sobre todo de Joaquín, quien, tras un accidente en Londres, se le diagnosticó la enfermedad “que no se nombra”. Joaquín fue un dandy de la “Belle époque”, un “bon vivant”, pero sufrió mucho con sus encías. Recibía una medicación basada en el mercurio, componente medicinal, ahora impensable, que se utilizaba principalmente para el tratamiento de enfermedades venéreas, como la sífilis. Joaquín falleció en Madrid a la edad de 55 años. Sus restos reposan en el panteón familiar de los Sorolla, en el cementerio de Valencia.
Después de la muerte de Victoriano, en 1964, Helena continúo viviendo en Madrid, cerca de alguno de sus hijos, pero con total independencia. Ocasionalmente modeló algunas pequeñas piezas y modeló un autorretrato realizado en barro, del cual existe en escayola.
Helena falleció en Madrid el 16 de marzo de 1975, rodeada de su familia, y sus restos descansan en el panteón familiar de su marido en el cementerio de Valencia.
De los muchos dibujos y pinturas que el maestro Joaquín Sorolla, realizó de sus hijos, y en especial de Helena, quiero resaltar dos en especial; uno es el llamado “Elena en la playa” (3). Es un cuadro donde pinta a Helena con un vestido que no le llega a los pies, sino a media pantorrilla, dejando ver con claridad las medias y los zapatos blancos que la señalan como de menor edad que las protagonistas de otro cuadro, “Paseo a orillas del mar”, que sus vestidos llegan hasta sus pies y se arrastran por la arena.
En Elena en la playa, el vestido deja de ser de un blanco inmaculado y reluciente como en el “Paseo a orillas del mar”, para impregnarse del azul marinero y apenas diferenciarse de él, sino es solo por el recorte de la silueta y algunas tonalidades más significativas.
El otro retrato al oleo que me ha llamado la atención, poderosamente, es el llamado “Elena con túnica amarilla”.
Sorolla pintó a su hija Helena como la veía, como una mujer emancipada y elegante y, la retrata, con un revolucionario corte del vestido Delphos, presentado por Fortuny en 1909, y que se ajustaba al cuerpo de la mujer como una segunda piel, liberándola de corsés y ataduras, facilitando su comodidad. Era una túnica plisada que las mujeres más elegantes de la época, como Isadora Duncan, Sarah Bernhardt, entre otras, supieron llevar. Helena Sorolla, se encontraba entre ellas.
Citas
1 Obra: Elena Sorolla, Escultora
2 PDF: Pieza del Mes Elena Sorolla
3 Obra:Elena en la Playa