LAS TRES MARÍAS ANTE EL SEPULCRO
Esta temática es poco frecuente en la pintura románica española. Se recurre a una disposición espacial que está marcada mediante una arquería triple sobre un suelo rocoso en pendiente. Como se pude observar en otras composiciones la arquería sirve para aludir a un espacio arquitectónico y también para determinar la colocación o distribución de los personajes
En el primer arco estaría situado el ángel con la las explayadas, esta borroso el ángel. El intercolumnio acoge a un grupo de soldados custodios que se encuentran representados de perfil, armados con lanzan con cotas de maya con yelmos puntiagudos y con grandes escudos almendrados, y también a pesar del pesado equipamiento están todos flexionado las piernas. El ultimo arco acoge a la tres Marías, que están cogiendo los pomos con los oleos, ungüentos perfumes para el amortajamiento de Cristo, con las manos veladas por los mantos
No existe individualización debido a que los rostros son repetitivos y hieráticos
El cristiano es con sepultado con Cristo por el bautismo, por eso este sacramento es, en conocida expresión de San Cirilo, “sepulcro y seno materno”. Daniélou por su parte dice que el sepulcro puede ser también fuente de agua viva o nuevo paraíso.
LA CURACIÓN DE UN CIEGO Y LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO
La primera composición del panel se trata del milagro el ciego de nacimiento que está recogido por Juan. En el Cristo lleva a cabo la imposición de barro en los ojos que es una mezcla de tierra y saliva sobre los ojos del ciego que se arrodilla ante Cristo. El arco angular que les rodea es emblema de la piscina de Siloe, por la que adquiere una significación en la que existe una clara referencia bautismal del baño ritual en la piscina probática.
También nos llama la atención las vestimentas del ciego cuya textura y corte es diferente a los ropajes que utilizan los personajes de esta escena, correspondiéndose con el registro pagano. Su color blanco además de ser único en los ciclos de Cristo. La vestición era uno de los actos más relevantes de la liturgia bautismal, tanto en el rito romano, donde los neófitos llevaban su túnica alba hasta el octavo día después de Pascua.
Esta escena se dispone sobre fajas, y se encuentran cinco personajes: Jesús, el propio Lázaro, las hermanas de Lázaro.
Las hermanas de Lázaro, Marta y María, levantan una losa del sepulcro, y también se encuentra un personaje sujetando un libro que se encuentra detrás de Jesús, a este personaje se le ha identificado como a San Juan.
LAS BODAS DE CANÁ
Este es un episodio sobre la vida y milagros de Jesús. Esta escena se corresponde con las bodas de Cana, en la que se representa a Cristo y a los esposos con todo el servicio y los alimentos sobre la mesa, junto a los sirvientes. La composición se desarrolla bajo dos arcos de una amplia luz, con estos arcos se quiere aludir a un espacio arquitectónico y sobre dos fajas de color, esto tiene doble finalidad: compartimentar los personajes y lo que ellos representan y subrayar que la acción tiene lugar en el interior.
El arco de la izquierda es donde los dos sirvientes: el primero carga con una tinaja con gran esfuerzo, el segundo también carga con una tinaja, nos muestra todos los dientes debido al esfuerzo de verter el contenido sobre otra tinaja, las figuras se adaptan al espacio arquitectónico, los movimientos y actitudes se ven interrumpidas por uno de los vanos del templo, por el criado que vierte el agua con gran esfuerzo flexiona las piernas sobre la puerta de acceso de la tribuna. Los dos personajes principales y Cristo son acogidos por el arco de la derecha.
La mesa nos ofrece la perspectiva del abatimiento que ofrece al espectador una mejor visión del banquete, que solo se puede ver interrumpido por las dobleces del mantel, también podemos apreciar que Cristo tiene los pies descalzos para subrayar su dignidad, también podemos apreciar como Cristo levanta la mano en señal de bendición. Los tres personajes están centrados en el signum de Cristo sobre el pan que sostiene el novio. Las Bodas de Cana no son sólo un claro símbolo de la de la eucaristía, sino también del otro sacramento: el bautismo: “Cuando se vierte en las tinajas de piedra «para los ritos judíos de purificación», representa el agua del primer bautismo del hombre, o bautismo físico, Jesús, al convertir esta agua en vino, revela la naturaleza de la Nueva Alianza: el bautismo del hombre con agua y con espíritu”.
LAS TENTACIONES DE CRISTO:
La pintura se encuentra enmarcada en un panel de limitaciones espaciales importantes, pero no por ello se complica el sentido de la narración pictórica.
El panel comienza con la tentación de los panes y las piedras, pintadas estas de tres formas ovaladas superpuestas verticalmente, entre la figura alada de Satanás y la de Cristo, que responde, a las insidias del “Antiguo Enemigo”, con el silencio. Inmediatamente, pues no hay espacio, Satanás prueba de nuevo a Jesús, que se encuentra parapetado sobre una pequeña edificación, emblema del alero de un Templo al que se refiere la segunda tentación. En esta imagen se puede contemplar al diablo de perfil, con un rostro grotesco y unas andrajosas vestimentas.
La tercera prueba se elude en esta composición y se opta por representar el último rechazo de Cristo a Satanás interponiendo un ángel. Esta interposición del ángel se podría explicar, o justificar, por el epilogo con el que concluye el episodio en el evangelio de Mateo: “Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían”.
Para la Patrística, las tentaciones de Jesús y su estancia en el desierto inauguran al “hombre nuevo”, por lo que se relacionan con el sacramento del bautismo. De hecho, toda la tradición recoge este sentido bautismal, vinculándolo no solo con la iniciación de Jesús, sino también con la de sus discípulos. Por eso los exorcismos serán unas ceremonias habituales en los bautizos y en todos los ritos medievales, especialmente en el mozárabe, donde desempeñaban un papel destacado tanto durante la Cuaresma como en el Domingo de Ramos, momento en el que su intensidad se incrementaba extraordinariamente.
LA ENTRADA EN JERUSALÉN
Es un panel en el que destacan tres tipos de paisaje: el urbano, el natural y el humano. Existe la complejidad de acoplar todos los elementos por el que pintor ha tenido que hacer algunas concesiones. En el sentido iconográfico un de las primeras concesiones ha sido no poner a todos los apóstoles. En el sentido del espacio, para aprovechar todo el que tenia ha tenido que llegar a un aprovechamiento extremo y solapar figuras de una manera forzada pero pese a esas dificultades el resultado de la composición es muy incongruente y de características muy románicas.
El centro del panel se reservo para Cristo aureolado por un nimbo crucífero y con la vara taumatúrgica en la mano, sube a unas mujeres sobre una borrica, mientras esta parece servirla de reposapiés.
Los apóstoles apretados se encuentran detrás de él, donde los animales del fondo sirven de eslabones para esta parte de la composición y la siguiente, donde aparece Jerusalén esbozada y con los elementos arquitectónicos que la caracterizan.
Hay una puerta abierta que simboliza la bienvenida de la cauda santa. Entre los edificio se ven varios rostros de distinta escala a los elementos arquitectónicos que le rodea, pero las proporciones medievales o admitían. Son rostros llenos de curiosidad.
En un recuadro hay dos personajillos que no se sabe si niños o adultos, pese a su reducido tamaño tiene que flexionar sus piernas para adaptarse al estrecho espacio que tienen en la composición.
Se encuentra dando de comer unas ramas a dos borricas ajenos a la escena principal llena de simbología
Con este fresco comienza la representación de la semana de Pasión, que comenzaba en la Cuaresma y terminaba con la Pascua.
LA ÚLTIMA CENA
Cristo preside la composición destaca porque el nimbo crucífero se superpone al de los apóstoles, su pecho se encuentra reposando sobre un joven que presenta fisonomía imberbe y sin aureola del discípulo amado. Judas esta casi enfrente, sin aureola y ademas esta arrodillado, ademas recibe de su boca, de las manos de jesus un trozo de pan mojado en vino. Los apóstoles se encuentran discutiendo sobre la traición de Jesús.
La mesa es muy similar a la de las bodas de Caná: sin detalles mobiliarios. El mantel presenta frunces transversales repetitivamente dispuestos a lo largo de toda su superficie. Entre los apóstoles se reparten las fuentes.
El pez se convierte en el protagonista gracias a su simbolismo eucarístico, podría tener connotaciones bautismales también el pez representa al creyente salvado por Cristo a través del bautismo Así, para este último Cristo es el pez (Icthus), los bautizados son los pececillos. Los catecúmenos que en este caso son los, pececillos, serán unas veces atrapados por el anzuelo de Cristo y otras, por las redes de la Iglesia. Después del Bautismo, tenía lugar la comunión por la que el neófito se incorporaba plenamente a la asamblea de los creyentes.
Las figuras están geometrizadas e hieráticas, ademas presenta una iconografia ortodoxa. La figuración interior esta desprovista de elementos arquitectónicos, esto puede ser debido a que el maestro que pinto en Baudelio solo utilizara este recurso para diferenciar personajes o ambientes dentro de un mismo panel.
Ábside
Hay un episodio de la vida de Jesús localizado fuera de la nave, concretamente en el costado del evangelio del recinto absidal y aunque su estado de conservación es deficiente, no lo es tanto como para impedir que pueda ser reconocido, sin muchas dudas, como un Noli me tangere.
El panel se compone de cuatro personajes: Dos figuras femeninas que caminan juntas consolándose mutuamente. Un solo árbol, que podría resumir el escueto paisaje del jardín joanico. María Magdalena, como primer testigo de la resurrección, se adelanta con sus brazos extendidos hacia Cristo, que aparece por la derecha. Jesús, que lleva el Evangelio en una mano, le frena con el gesto del dedo índice estirado; “Noli me tangere”.
Se puede pensar que un Noli me tangere, en esta capilla absidal, podría tener un sentido metafórico, relacionado con la transcendencia del sacramento eucarístico.
En el intradós del arco aparece una orla con la figura del ibis repetida. El ibis es un ave zancuda que fue objeto de culto desde la antigüedad por su función en la eliminación de peces perjudiciales para el hombre. En Egipto, el ibis personificó al dios Thot. Esta serie de aves se cierra en torno al Crismón de la clave.
En el testero de la capilla absidal se observa tres zonas. La decoración de la parte baja desapareció casi en su totalidad, cuando debió de ser sustituida por un altar o pie de retablo del siglo XV. En los pocos restos que quedan se ven motivos textiles de tipo árabe. El friso intermedio se ve, a ambos lados de la ventana abocinada, los dos personajes centrales del lugar: San Baudelio y San Nicolás. A los dos se les identifica por las inscripciones de sus nombres. En la clave de la ventana, aparece la figura de la paloma, símbolo del Espíritu Santo. Bajo la ventana se pueden observar los restos pictóricos de un ave zancuda, que puede ser de nuevo el ibis o como dicen otros autores, un pelícano.
Por encima de este nivel, en un mural acomodado al espacio donde se integra con la bóveda, hay restos del luneto semicircular que pudo acoger el cordero místico. De este círculo irradia una cruz griega y sobre él se proyectan dos ángeles que sostienen la cruz, y dos figuras, la de Abel y la de Caín o Melquisedec, en actitud oferente.