LA PARTIDA DEL GARIBALDINO
GEROLAMO INDUMO
Cuando visité, esta pasadas Navidades, la Pinacoteca de Brera, me llamó la atención una obra, entre las muchísimas grandes obras allí colgadas, de Gerolamo Induno, pintor italiano del siglo XIX. Esta obra llamada El Gran Sacrificio o La partida del Garibaldino, de 1860, estaba situada justo al lado de El beso, de Francesco Hayez, que fue maestro de su hermano Doménico Induno, siendo que, entre ambas obras, solo había un año de diferencia.
Llegué a Madrid e indagué. Ya me había traído algo de material de Milán para estudiar a este pintor un tanto olvidado por la Historia.
Italia siempre ha sido un lugar natural de grandes artista, en las distintas épocas de la Historia. Quizás la máxima expresión sea el Renacimiento, pero sin embargo, en otras épocas de su historia siguió floreciendo la grandeza de su pintura y escultura, principalmente. La década de 1800, llamada cariñosamente Ottocento, fue un periodo, para los artistas italianos, muy prolífico, pero con una característica que los aunaba, que fue la de centrase en “su casa”, es decir, volvieron sus ojos a un arte más intimo y nacionalista.
En este periodo los artistas desarrollaron un arte académico muy acusado. Volvieron al realismo y al naturalismo, se revelaron artistas con un dominio técnico importante, con grandes composiciones colectivas.
Gerolamo Induno nació en Milán, el 13 de diciembre de 1825, el hijo menor de Marco y Giulietta Somaschi. El arte fue compañero suyo desde bien pequeño, no en vano, su hermano Doménico, diez años mayor que él, era un pintor prematuro, convirtiéndose en su referente natural.
Ambos estudiaron en la Academia de Brera bajo la enseñanza de Luigi Sabatelli. Gerolamo permaneció siete años en la Academia, desde 1839 a 1846, obteniendo premios importantes, participando, en 1845 en las exposiciones anuales de Brera.
Los hermanos Induno nacieron en una época convulsa. Italia vivía una situación de grandes conflictos sociales y políticos. Se estaba fraguando, nada más y nada menos, que la unidad de Italia. Estos acontecimientos llevarían a los hermanos Induno a su participación obligatoria en los campos de batalla, principalmente en Los Cinco Días de Milán, y, en consecuencia, se vieron obligados, con el regreso de las tropas austriacas a la ciudad, en 1848, a exiliarse en Tesino, Cantón de Suiza.
Después de unos meses, Gerolamo se mudo a Florencia, uniéndose a la Legión de Patriotas voluntarios, bajo la dirección de Giacomo Medici, quien en 1849 se trasladó a defender la Republica Romana contra el ejército francés. Fue ascendido a segundo Teniente debido a su valor en combate. Durante la batalla que se desarrollo en Roma, en el intento de arrebatar la Casa de Barbieri a los franceses, que acababan de conquistarla, resulto gravemente herido, recibiendo, entre disparos y bayonetazos, más de 20 heridas. Fue transportado, en secreto, al Hospital Fatebenefratelli, en Milán, y curado allí. En 1850 se refugió en el estudio que su hermano Doménico tenía en Milán. Le ayudó el Conde Giulio Litta, aristócrata de ideas liberales y apasionado coleccionista de arte. Este ya era cliente de Doménico y se convirtió en una especie de Mecenas y partidario del arte de Gerolamo.
Gracias a esta reclusión obligatoria, Gerolamo tuvo más tiempo para dedicarse a lo que se convertiría en el buque insignia de su producción: las escenas de género. Ensalzaba la vida en común y el trabajo diario, así como las rutinas de los campos de batalla, y con estos mimbres empezó a solidificar su carrera, a la vez que conquistaba nuevos clientes. La pintura histórica/bélica fue una influencia directa de su hermano Doménico.
La guerra se convirtió en parte de su vida artística, pues Gerolamo fue quien la ilustro, tanto en los campos de batalla, en los que participó, como en su estudio, ya de manera más elaborada. Hasta principios de la década de 1850, gran parte de su producción artística, estaba realizada con estos movimientos. Fue un ilustrador, considerado como una especie de reportero de su tiempo. Fue uno de los artistas italianos de guerra más destacados, en lo que se acabaría llamando Il Risorgimento.
Cuando Gerolamo parecía que comenzaba una vida más tranquila, nuevos problemas políticos en su región lo llevaron, una vez más, a participar en batallas y conflictos. Después de haber servido en la Guerra de Crimea entre 1854 y 1855, se alistó, en 1859, en los cazadores de los Alpes. De la Campaña de Crimea realizó una gran cantidad de dibujos, incluidos los que sirvieron para la serie de 24 laminas litográficas en color, publicadas en 1857 con el titulo Recuerdo pictórico militar de la expedición sarda al Este en los años 1855-1856, por el Real Corpo del Estado Mayor, en Turín, y en nombre del Ministerio de Guerra del Reino de Cerdeña.
Este nuevo episodio en su vida, especialmente entre los años 1860 y 1863, hizo que sus obras fueran absorbidas por el arte de la guerra. Gracias a él, lo que sucedió en ese periodo, nos ha llegado como un noticiero de acontecimientos que no pudimos vivir.
Este arte, y en las condiciones en los que lo practicó, le hicieron ser aún más respetado y solicitado, sobre todo por coleccionistas e Instituciones, siendo muy esperado en espectáculos y exposiciones.
El resto de su vida continuó con aquello que le inspiró y lo hizo feliz. Mantuvo una técnica brillante y con una facilidad pictórica que asombro a sus coetáneos. Según dice Fernando Mazzocca, de Gerolamo Induno, en el dossier de arte Il Risorgimento nella pittura italiana: “Hasta el final de sus días trabajó en sus obras con la misma disposición que un principiante, prestándose a detalles, en sus composiciones, con el mismo entusiasmo que cuando aprendió de sus maestros. Siempre se mantuvo fiel a sus principios, Fue un artista comprometido que abrazó las causas nacionalistas y las defendió como alguien que defiende la vida”.
Después de una larga enfermedad, Gerolamo murió un 19 de diciembre de 1890, en la misma ciudad donde nació, Milán.
Según José Rosario “Gerolamo necesita ser recordado y respetado como artista de referencia. Vivió una época en que la fotografía estaba en sus inicios y el artista estaba ocupado grabando cosas en su mundo. Gran parte de lo que se conoce y se ve en los movimientos libertarios de la Italia del siglo XIX se debe al trabajo incansable de artistas como él”.
LA PARTIDA DEL GARIBALDINO
La partida del garibaldino, o El gran sacrificio, fue una obra presentada en 1860, año de la Expedición de los Mil, en la Academia de Bellas Artes de Brera. Es un óleo sobre lienzo. La composición se remonta al El Beso, de Hayez, que se mostró un año antes.
La escena, muy conmovedora, es la despedida de un joven camisa roja de su anciana madre, antes de partir hacia la expedición de Garibaldi. Está situada, la escena, en un interior desnudo, bastante pobre: muchos de los voluntarios que engrosan las filas de los Mil eran, de hecho, de bajo status social. Con un realismo vivo, Induno, representa el beso de una madre que se arroja al cuello de su hijo antes de que él se vaya a la guerra. La cara del joven voluntario refleja una profunda y fría melancolía. El abrazo de la madre está lleno de afecto, típico de quienes aman a los suyos.
El ambiente es rustico, probablemente una vieja casa de campo. Se observa en la obra, abajo a la izquierda, unos útiles de tejer, lo que nos hace suponer que la madre trabaja como tejedora. Los colores son cálidos, reflejando la situación intima del momento. Sobre el tocador se puede ver una impresión que representa a Garibaldi, que nos demuestra la convicción del joven de unirse a los garibaldinos. Gerolamo quería destacar los aspectos más dramáticos de las guerras de Independencia, los que afectaban directamente a la vida de las familias. La experiencia personal de Gerolamo le permitió ilustrar feroces batallas y al mismo tiempo pintar escenas más felices que combinan ideas patrióticas con una celebración de los lazos familiares.
Esta pintura fue parte de la colección privada de la familia Fili di Biella, hasta 1989, cuando fue comprada por la Cassa di Risparmio delle Lombardy (CARIPLO), gestionándola su Fundación. Recientemente fue sometida a una intervención de restauración por Pier Lorenzo Ranieri Trenti.
Existe un dibujo preparatorio de la obra, muy en línea con la pintura original, titulada “La despedida de la madre al voluntario”, guardado en el Gabinete de Dibujos de las Colecciones de Arte Cívico de Milán.
IL RISORGIMENTO
Un poco de Historia para situar al Pintor y su obra: Tras los acuerdos del Congreso de Viena, en 1815, Italia quedó dividida en Siete Estados. La lucha por la unidad del país constituyó uno de los grandes movimientos nacionales del siglo XIX. Conocido con el nombre de El Resurgimiento, este movimiento provocó la adhesión de numerosos intelectuales y artistas que lo apoyaron y lo transmitieron a través de sus obras, como fue el caso de Gerolamo Induno, uno entre muchos.
Los promotores de la unificación fue el rey Víctor Manuel II junto con el Conde Camilo de Cavour, el primer ministro de su gobierno. Como curiosidad, Víctor Manuel II se tenía que convertir en Víctor Manuel, rey de Italia pero decidió mantener el número II.
Teniendo en cuenta el propósito que tenía Víctor Manuel II y su primer ministro, Austria se convertía en el principal obstáculo para alcanzar sus propósitos. Para poder enfrentarse a Austria contactaron con el Emperador de Francia Napoleón III, quienes les apoyó en la contienda.
La campaña militar no duró mucho y ganaron las batallas de Magenta y Solferino, en el año 1859. La sorpresa fue que Napoleón llegó a un acuerdo con Austria, Lombardía sería para Víctor Manuel pero, a cambio de que él se quedase con Soboya y Niza. Venecia aún seguiría bajo el poder austriaco.
En aquel momento había un deseo de unificación en toda Italia y la victoria anterior sólo supuso que se encendiera aún más el sentimiento nacionalista. A través de un plebiscito se anexionaron los estados de Parma, Módena y Toscana al reino de Cerdeña en el año 1860
Giuseppe Garibaldi fue un político y militar que también participó activamente en la unificación italiana. En su caso, con el apoyo del primer ministro, se apoderó de Sicilia con la ayuda de los Mil Camisas Rojas, un grupo de mil voluntarios que llevaban dicha ropa. El origen de esta prenda se remonta a 1843, cuando Garibaldi, como exiliado, combatía en Uruguay contra Argentina. Se vistió con la camisa de los carniceros argentinos, que eran rojas. Desde entonces las milicias de Garibaldi reciben el nombre de “Camisas rojas”. En estas milicias se enrolaban intelectuales, artesanos, obreros, pero curiosamente no había ningún campesino.
Después, dirigió sus tropas hacia el reino de Nápoles, tropas en las que también se encontraba la Legión Internacional, y provocaron la huída del rey Francisco II a los Estados Pontificios tras la derrota de la Batalla del Volturno. Esto supuso que se estableciera un gobierno provisional en este reino que ya se incorporaba a Cerdeña.
Garibaldi quiso continuar su marcha hacia los Estados Pontificios pero Víctor Manuel II le hizo desistir ante el temor de perder lo ya conseguido. No supuso un enfrentamiento entre ambos, si no que le reconociese como su rey el 26 de octubre de 1860.
Un año más tarde, el 13 de marzo de 1861, Víctor Manuel II fue proclamado Rey de Italia por el primer parlamento nacional.
Todavía Venecia estaba bajo el dominio de Austria y para conseguir su incorporación al reino de Italia, se llegó a una alianza con Prusia. Como os podéis imaginar, el resultado de la contienda supuso que Venecia se incorporase a Italia
La única ciudad y estado que quedaba para conseguir la completa unificación de Italia era Roma y los Estados Pontificios. Fueron diferentes contiendas e intentos las que se llevaron a cabo puesto que Víctor Manuel se había comprometido a mantener el dominio del Papa en la capital, después los franceses custodiaban la ciudad y, finalmente, las tropas de Víctor Manuel ocuparon Roma.
Roma fue entonces declarada como la capital de Italia pero el Papa se negaba a la anexión y se encerró en el Vaticano, considerándose así mismo como prisionero. Esto marcó el comienzo de lo que se llama la Cuestión Romana, una disputa entre el gobierno italiano y el papado que duró desde el año 1861 hasta 1929.
La unificación italiana terminó con el Tratado de Letrán que se firmó en el año 1929 por Benito Mussolini y el Papa Pío XI. A partir de entonces, los Papas comenzaron a visitar otras zonas de Roma puesto que se les concedió el reconocimiento del Estado del Vaticano, un pequeño Estado dentro de la ciudad de Roma, de la cual era soberano el Papa con todo lo que eso implica.
De esta forma, la península y las islas de Italia formaban un solo país pero teniendo en cuenta la independencia de la Ciudad del Vaticano.